No, no es algo depresivo que se me haya ocurrido a mí ni esto es una entrada sobre introspección. Simplemente quiero inaugurar un ciclo discontinuo de entradas de otra temática para alternarse con las mías en sí mismas. Esta vez le toca a una canción un tanto deprimente pero muy auténtica. Enjoy!
Diario de un neurobiólogo, becario, friki y algunas otras categorías que se os puedan ocurrir
Buscar este blog
domingo, 28 de octubre de 2012
domingo, 14 de octubre de 2012
El punto de inflexión
Hola de nuevo. Esta vez ha pasado mucho más tiempo y hasta la semana pasada pensaba que iba a pasar bastante más. Me estuve preguntando a mí mismo para quién escribía realmente y, aunque sabía de sobra que la respuesta era: "para mí", ya no se me ocurría nada que me entusiasmase plasmar. Entendedme, todos los días vivo experiencias nuevas y conozco otras facetas de la gente que me rodea, pero básicamente cuando tengo tiempo para divertirme me siento solo y no me apetece escribir sobre ello. No empecéis con los "ay, qué pena" porque no es tan triste, es simplemente otra situación a la que adaptarse. Y no quería escribir hasta tener la sensación de estar haciéndolo de verdad.
Pues en ese estado semimelancólico me hallaba hasta el domingo pasado por la mañana, barriendo y vagando por la casa, cuando decidí ponerme a hacer la comida de ese día y de la que prepararía más de la cuenta para otro día. No penséis que era algo superespecial o elaborado, pero para mí la fabada tiene un significado importante; espero que ahora entendáis por qué. La fabada, más allá de lo que me gusta (que me encanta xD), es un símbolo de la comida casera típica de mi madre y mi casa. Un paso importante, al menos para mí, en la adaptación a la independencia es que la comida que cocines salga bien, porque ya que te la curras un poco es un chasco que no esté como esperabas. Y, cómo no, la primera vez que intenté hacer fabada yo solo no salió tan bien como quería, me quedó un poco aguada y tuve que hacer una chapucilla después de la cocción con sal y pimentón. Espero que los que leéis esto me conozcáis lo suficiente como para saber que no me gustan las chapuzas, así que necesitaba redimirme. Más aún, en esta ocasión iba a preparármela para dos veces y no tener que cocinar un día de diario que andase liado.
Tranquilos, no os voy a relatar la receta ni los pasos clave que seguí esta segunda vez, pero apliqué mis nuevos cálculos y salió bien. Bueno, qué leches, salió perfecta salvo porque las judías no eran de lo mejorcito. Al abrir la tapa de la olla exprés, el vapor me trajo reminiscencias de mi hogar y mi anterior vida (esas dos moñeces y un empañamiento automático de las gafas, por supuesto). Y con ellas llegaron el orgullo y la satisfacción que acompañan al trabajo bien hecho y la sensación de haber conseguido algo importante. Sin haberlo esperado antes, ese ejercicio culinario había adquirido un significado mucho más profundo y acorde a mí. Estaba reflejando lo que necesitaba saber en ese momento: que realmente me estaba adaptando a la nueva etapa de mi vida.
No quisiera darle más importancia a este "acontecimiento" de la que tiene. Realmente es algo muy simple y lo tengo presente. También influye enormemente en este punto que me fuese de pinchos con los compañeros del laboratorio, que una dijese que ahora somos oficialmente amigos tras agregarme al Facebook o que una compañera del máster me dijese que me buscó un día para salir a tomar algo y yo ya me había ido; pero en el fondo no son cosas que dependan tan directamente de uno mismo. Cada uno elige sus símbolos para localizar en su memoria los momentos de la vida en que notó un cambio y el que os he contado fue el mío. Os parecerá ñoña o innecesaria la pomposidad con que hablo de una chorrada y no tengo más remedio que estar de acuerdo con vosotros, pero yo soy así y este es mi blog.
Con esta entrada tan aparentemente irrelevante os dejo por hoy, siento haberos hecho esperar tanto tiempo para algo así y la falta de inspiración (llevo una semana queriendo escribir sobre esto y sin poder sacar tiempo y ganas a la vez). Tengo la esperanza de no tardar tanto en escribir la próxima entrada y de que ésta tenga más chicha, pero no os puedo prometer nada. Me despido recordando que me gustaría que si alguien comenta deje una forma de que lo reconozca, que aún queda un comentario de la entrada anterior cuyo autor desconozco y que no contestó a mi pregunta. Un saludo y hasta pronto
Tranquilos, no os voy a relatar la receta ni los pasos clave que seguí esta segunda vez, pero apliqué mis nuevos cálculos y salió bien. Bueno, qué leches, salió perfecta salvo porque las judías no eran de lo mejorcito. Al abrir la tapa de la olla exprés, el vapor me trajo reminiscencias de mi hogar y mi anterior vida (esas dos moñeces y un empañamiento automático de las gafas, por supuesto). Y con ellas llegaron el orgullo y la satisfacción que acompañan al trabajo bien hecho y la sensación de haber conseguido algo importante. Sin haberlo esperado antes, ese ejercicio culinario había adquirido un significado mucho más profundo y acorde a mí. Estaba reflejando lo que necesitaba saber en ese momento: que realmente me estaba adaptando a la nueva etapa de mi vida.
No quisiera darle más importancia a este "acontecimiento" de la que tiene. Realmente es algo muy simple y lo tengo presente. También influye enormemente en este punto que me fuese de pinchos con los compañeros del laboratorio, que una dijese que ahora somos oficialmente amigos tras agregarme al Facebook o que una compañera del máster me dijese que me buscó un día para salir a tomar algo y yo ya me había ido; pero en el fondo no son cosas que dependan tan directamente de uno mismo. Cada uno elige sus símbolos para localizar en su memoria los momentos de la vida en que notó un cambio y el que os he contado fue el mío. Os parecerá ñoña o innecesaria la pomposidad con que hablo de una chorrada y no tengo más remedio que estar de acuerdo con vosotros, pero yo soy así y este es mi blog.
Con esta entrada tan aparentemente irrelevante os dejo por hoy, siento haberos hecho esperar tanto tiempo para algo así y la falta de inspiración (llevo una semana queriendo escribir sobre esto y sin poder sacar tiempo y ganas a la vez). Tengo la esperanza de no tardar tanto en escribir la próxima entrada y de que ésta tenga más chicha, pero no os puedo prometer nada. Me despido recordando que me gustaría que si alguien comenta deje una forma de que lo reconozca, que aún queda un comentario de la entrada anterior cuyo autor desconozco y que no contestó a mi pregunta. Un saludo y hasta pronto
Suscribirse a:
Entradas (Atom)