Hola a todos. Como he ido diciendo en alguna entrada anterior, me gustaría dejar de hablar de sentimentalismos varios o filosofadas retroalimentadas para hacer de este blog algo un poco más proactivo o, en definitiva, que tenga algo que aportar. Hoy quiero intentar ir en esta dirección de una manera muy sencilla, lo cual viene a cuento con el tema de hoy. Y es que simplemente os voy a pasar una entrada de otro blog que me abrió los ojos hace poco para hablar brevemente sobre lo que opino o quiero llevar a cabo. La entrada en cuestión es esta: http://tinybuddha.com/blog/simple-mini-habits-can-change-life/.
Os digo que me abrió los ojos porque, aunque en el fondo ya llevaba pensando un tiempo en que no podía continuar así con mi vida, fue el empujón final que me dijo lo fácil que podía ser tomar nuevas y buenas costumbres. La clave siempre ha estado ahí: hay que empezar con objetivos que no nos cuesten nada, que incluso nos parezca que suponen un esfuerzo irrisorio. Y creo que, además, deben ser propósitos que puedas realizar estés donde estés, tengas el ánimo que tengas y, ojo que aquí en Bilbao es una cosa muy importante, haga el tiempo que haga. Así que como no creo que tenga nada más que ofrecer que lo que ya os he pasado, voy a poneros la lista de minihábitos diarios que me propongo yo por si a alguno le da ideas y a intentar contaros lo que voy consiguiendo con el paso del tiempo. Así mi blog será también más dinámico al tener algo más que decir.
Y esta va a ser mi lista:
1) Hacer 10 flexiones, 10 abdominales y 10 sentadillas. No se tarda nada, de verdad, y eso que he sido clásicamente un patán de la gimnasia. Pondría algo como hacer 15 minutos en bicicleta o 10 corriendo, pero con este tiempo mejor curarse en salud y poder hacerlo a cubierto.
2) Escribir 50 palabras al día. Mirad lo fácil que puede llegar a ser y qué poco hay que decir para llegar.
3) Leer 10 páginas al día. Aviso a los menos lectores: puede parecer más de la cuenta para empezar pero es una cantidad ínfima. Os lo dice alguien que había perdido la costumbre de leer, está leyendo algo de letra pequeña en inglés (que me supone siempre más esfuerzo) y que con los viajes en bus al día ya le llega.
4) Salir de casa. Ya no hablo de los 100 pasos de los que habla el autor de la entrada que os he enlazado, que también es una cantidad despreciable, sino simplemente de salir de casa hasta en esos días en los que solo quieres una manta.
5) Hacer algo por alguien más. Esto puede tener la interpretación de cada uno, pero seguro que ya solo el hecho de pensar en que has hecho cualquier chorrada por otra persona ya te hace sentir mejor y más predispuesto a futuras veces.
6) Comer al menos 3 piezas de fruta y/u hortalizas y beber medio litro de agua.
7) Hacer alguna labor del hogar, de organización del trabajo o similar. Os estoy hablando de tonterías como recoger la ropa tendida o colocar algo para facilitar una acción en el futuro.
8) Pensar en 3 cosas positivas o nuevos proyectos o minihábitos.
9) Hablar con 1 amigo al que no vea casi todos los días.
Como veis, pueden salir muchas pequeñas simplezas únicamente dándole unas pocas vueltas. De hecho, seguro que para cuando elaboréis vuestra propia lista llegáis a la conclusión de que ya habéis hecho gran parte de esos minihábitos sin daros cuenta. A mí ya no me falta casi nada y tengo aún al menos otro par de horas antes de irme a dormir.
Hoy quiero hacer una breve aportación. Tal y como en la entrevista de "la Caixa", voy a publicar las preguntas que me hicieron o que he recopilado a través de otras personas en la entrevista para optar a la beca predoctoral del Gobierno Vasco por si a alguien se le ocurre buscarlas en futuras convocatorias y le puede servir de algo. Las voy a listar sin más, quizás otro día edite la entrada para hacer comentarios respecto a lo que buscan con cada una pero hoy estoy vago y no ando para sacarles mucho jugo jeje. Que quede claro que una entrevista completa no son todas estas preguntas, hacen solo algunas de ellas y además hacen otras más específicas sobre tu proyecto.
- Resúmenos tu proyecto en unos 5 minutos.
- Comenta las técnicas que vais a utilizar.
- Resume los objetivos y las técnicas del proyecto.
- ¿Cuánto tiempo llevas en el laboratorio?
- ¿Por qué deberíamos darte a ti la beca?
- ¿Por qué elegiste este grupo de investigación?
- ¿Cuál ha sido tu trayectoria en ciencia?
- ¿Con qué financiación contáis? ¿Crees que será suficiente para llevar a cabo tu proyecto?
- ¿No es un proyecto demasiado ambicioso para llevarlo a cabo en los 3 años de beca?
- Si estás contratado, ¿por qué necesitas una beca?
- Hemos visto que estuviste un tiempo en otro laboratorio, ¿en condición de qué trabajaste en él?
Eso es todo por hoy. Muchas gracias a los que habéis colaborado para hacer esta lista. Si os sirve de algo comentad, por favor, me gusta saber cuándo he sido de utilidad ;). Saludos
A veces tenemos que hacerlo. Simplemente tenemos la necesidad de dejarnos llevar, tanto si nos lleva al paraíso o a nuestra peor pesadilla. En ocasiones necesitamos agarrarnos a un clavo ardiendo. Para no volver a caer en la misma mierda o rutina. Porque incluso nuestra lógica nos dicta que es la opción más cómoda. Porque tampoco pensamos que nos podamos hacer más daño ya.
A veces ni siquiera es cuestión de no ser capaz de rendirse, como he comentado otras veces; ni se trata de luchar por lo que uno quiere. Literalmente, queremos caer para ver qué queda vivo de nosotros al llegar al suelo, lo que nos cambia el proceso. Aunque solo sea por darnos cuenta de quién somos por las decisiones que tomamos. O por pensar que en un tiempo, cuando nos acompañe la soledad previsible, miraremos atrás y podremos decir que fuimos la única persona que decidió nuestro propio destino y que lo hicimos a pesar de todos los riesgos que conllevaba. ¿Es eso tan malo? ¿No convierte en masoquistas? ¿Nos gusta regodearnos en nuestra miseria? Es posible, pero creo que es una de las cosas que nos definen como humanos. Hasta yo tengo que reconocer a estas alturas algo así. Que necesitamos sentir para sentirnos vivos (valga la redundancia, aunque me fastidie), incluso aunque sea solo el dolor, y que nuestro raciocinio tiene que saber sacarle provecho a algo con tanto poder.
Buenas noches y hasta pronto, al menos espero que hasta que pase menos de tanto tiempo desde la última entrada.
Bienvenidos otra vez después de 2 meses. Siento no haber actualizado el blog en todo este tiempo, pero como casi todos sabréis he pasado por una etapa un poco movidita en la que necesitaba pensar más y escribir menos. Hoy os voy a deleitar (sí, es ironía) con una entrada un poco diferente, espero, y más cercana al tipo de entradas que tenía pensado redactar cuando abrí Nayrubiólogo. Hoy os hablaré de las impresiones que me he llevado en estos últimos meses de la región que se ha convertido en mi nuevo hogar :), más concretamente de la gente de aquí.
Antes que nada quiero hacer una aclaración: estoy en Bilbao y la mayoría de personas que conozco por esta zona son de aquí o los alrededores. De hecho, gran parte son doctorandos o predoctorandos del ámbito de las neurociencias. Lo digo para que quede claro que mi visión está muy sesgada, pero creo que no me equivoco con muchas cosas que me atreva a decir más en general (y generalizar está mal, pero se puede sacar algo de la sensación en conjunto).
Tengo que empezar diciéndoos algo: si venís, olvidaos de todo lo que os han dicho. Hablo en serio. Olvidaos de comentarios sobre la extensión del apoyo al terrorismo, sobre lo cerrados que son los vascos o sobre el uso del euskera si saben que no lo entiendes. Os digo que no he conocido a gente tan empática, abierta y agradable en ninguna parte del Estado como aquí. Obviamente, no he vivido tanto tiempo en otro sitio salvo en Madrid, pero la diferencia me parece abismal y de todas maneras empecé a percatarme cuando llevaba menos de una semana de vacaciones aquí. Por poner un ejemplo, me llamó la atención la amabilidad de la gente cuando vi cómo una anciana se jugaba la vida cruzando una calle para poder acercarse a indicarnos por dónde se iba a la playa. Y me han dado ejemplos de cercanía cada día hasta ayer mismo por la noche, cuando una chica en un garito me regañó por disculparme al intentar pasar entre la multitud.
He de mencionar que me sorprendió especialmente una cosa cuando empecé a vivir en Bilbao: que a pesar de ser objeto de tantos prejuicios, de que en general los medios de comunicación no cuenten las verdades que deberían y de la represión que ha sufrido aquí la gente tanto desde dentro como desde fuera siempre están dispuestos a escuchar tu versión, a ser comprensivos con ella y a explicarte la suya para que veas que no son incompatibles. De hecho, es común que te reconozcan y se fijen en los detalles positivos que puede demostrar la gente de fuera, como que no te creas los estereotipos que te han contado o que incluyas alguna que otra palabra en euskera en las conversaciones que mantienes con ellos. No he encontrado lugar donde me hayan hecho más la pelota por detalles tontos o cualquier esfuerzo que haya hecho por integrarme en mi piso, el laboratorio, la facultad o las salidas de pintxo-poteo. Y lo mejor es que te halagan con sinceridad por tonterías que tú das por hecho que debes hacer. Más aún, no ha habido ambiente en el que me hayan invitado a planes tan pronto y que me obliguen a conocer a más gente y darme cuenta de que la forma de ser de la que os hablo no se restringe a los contactos más directos. Hasta he tenido que darles la razón en que los madrileños somos más bordes jajaja (parece que ni las chicas de fiesta son antipáticas con los ligones borrachos y pesados de turno).
Otra virtud en la que te terminas fijando es lo intuitivo que les resulta tenerte en cuenta e intentar hacerte la vida más fácil. Desde avisarte de cuándo van a pedir o a hacer una comida especial hasta que un desconocido que pasa por la calle vea cómo miras fijamente tu calzone y te deje una navaja para cortarla sin que le digas nada. La amabilidad llega a veces hasta el punto de que vayan a recoger a un amigo tuyo al que no conocen a la estación de autobuses y le den una vuelta por la ciudad hasta que puedas llegar tú. A veces creo que simplemente les gusta verte contento, se dan cuenta de lo que necesitas y te lo dan. Y como se te acaba contagiando esa costumbre, pasa a ser un círculo de retroalimentación positiva del que es difícil salir sin convertirte en un ser despreciable.
Por hoy creo que es suficiente, aun sin extenderme más seguro que alguna hace que me arrepienta de haber publicado esto :P. No he terminado diciendo ni la mitad de cosas que se me ocurren a veces, pero espero que sepáis captar la esencia del asunto y entendáis por qué me siento ya uno de ellos. Y eso no tiene nada que ver con rechazar mis orígenes, tiene que ver con dónde me siento más a gusto sin tener que recurrir a personas concretas. Un saludo y espero que hasta pronto, aguur
Hoy os quiero traer un artículo de opinión. Esto lo encontré en la revista Serra de junio de 2006 e inspiró al leerlo a un muchacho inadaptado que a su temprana edad ya estaba cansado de las categorías sociales, los grupillos de guays y demás temas que forman parte de la adolescencia de una persona a la que le gusta ir a contracorriente porque le hace sentir especial. Una conversación de anoche con mi mejor amiga me recordó un poco este tema y no sé cómo me acordé de este artículo que escaneé y publiqué en mi espacio de MSN (cuando eso existía, hacía de blog y era lo más) en septiembre de ese año para enseñárselo a otra persona por internet. Hoy he descubierto que esos espacios fueron eliminados del todo el año pasado y todas las publicaciones han sido perdidas pero al menos las imágenes se conservan en otro módulo, así que no he tenido que esperar a que alguien de Madrid pueda traerme el ejemplar o yo vaya para allá.
Os aviso de que la calidad de la imagen era horrible, varias palabras eran ininteligibles y he tenido que sacarlas por contexto o sustituirlas por otras que quedasen bien en la frase. También de que lo he copiado tal cual del original, ya sé que gramaticalmente tiene unos cuantos fallos pero no he querido corregirlos para que el artículo conserve su forma real. El autor del artículo es Álvaro M. Angulo, que si no me he equivocado es el que sigue escribiendo en blog http://paseandoelrato.wordpress.com/. Os dejo con él ya, espero que lo disfrutéis tanto como yo entonces.
"El pasado 25 de mayo tuvo lugar la primera celebración del
autodenominado Día del Orgullo Friki. Esta iniciativa surgió de la colaboración
de diversos blogs de diferente índole, ferias y asociaciones diversas. Bajo
esta premisa se organizaron múltiples quedadas a lo largo y ancho de la
geografía española, donde la gente pudo disfrazarse de sus personajes de
ficción favoritos, sesiones de Pac-Man en vivo o multicines para visionar películas.
La elección de este día en concreto tiene como motivo la
conmemoración del estreno de Star Wars, y bajo la justificación de que existen
días a lo largo del calendario para celebrar o luchar contra cualquier cosa
imaginable, no podía faltar este. Y no nos llevemos a engaño, frikis han
existido siempre y cada vez somos más. Aquí en la redacción de SERRA también lo
hemos celebrado.
Pero tal vez haya que matizar acerca de los tópicos que
rodean a las personas que la sociedad denomina friki, término cada día más en
uso y que no siempre se emplea correctamente. Freak, etimológicamente significa monstruo de feria, así que si no
tienes tres brazos o mides cuatro metros no lo eres. En cambio si te llaman
friki por disfrutar de cultura alternativa que no se enmarca dentro de lo
denominado “normal”, eres también un friki y no una atracciónde carpa. Junto a este
término se adhieren una serie de premisas a su significado, tales como que no
tienen novia, que son gordos, que son solitarios, que no salen de casa, etc. Todos
estos significados caen dentro de un uso peyorativo. Asimismo también puede
emplearse en positivo, por ejemplo, cuando uno ve un muñeco de Sin Chan puede
decir “¡Qué friki!”, expresando su gusto y sorpresa; o “he visto una página con
vídeos mazo de fikis”.
Hemos de suponer, por lo tanto, que a todas las personas que
han pasado por los cines a ver Matrix se les puede englobar como que son
frikis, ¿no? ¿O sólo si demuestran que le ha gustado y buscan merchandising de
la película? ¿O si demuestran conocimientos sobre quién la ha hecho posible o
cómo se llama el actor que hace del agente Smith? Esto se aplica a muchos
campos, como por ejemplo series de televisión o juegos. Claro, que si una niña
tiene como afición ver Los Serrano ya no se la puede considerar friki. En
cambio, si la cría se pirra por Los Simpsons, sí lo es, y más aún si sabe citar
alguna frase.
Y el campo que a todos nosotros nos importa, es decir los
JCC, es un claro exponente de cultura friki. ¿Por qué? Porque la mayoría de
gente desconoce de qué trata. Y si un viernes dices que te vas a jugar un
torneo de Magic antes de, por ejemplo, irte a jugar al fútbol o hacer botellón,
la reacción casi automática es: “Mira que eres friki” (seguramente con tonillo
incluido). Vale soy friki, ¿y qué? No voy a dejar de ser persona por ello y
menos tolerar una sensación de menosprecio por tu parte.
Seguro que quien te lo afirma rotundamente le gustará algo,
o puede que sea un ser anodino y gris y no tenga afición a nada, pero sería una
excepción que confirmaría la regla y será experto en algún tema. Por ejemplo,
automovilismo, liga de fútbol, toros, moda, prensa rosa, gimnasio, discotecas,
etc. Seguro que de algo sabe más que tú y, como es algo “normal” o socialmente
aceptado como habitual, él nunca será un friki mientras que tú sí.
En resumen, decir que sí te sientes friki, bien. Que no
crees serlo, bien también. Pero no seamos hipócritas usando neologismos que
están de moda en el vocabulario popular (hace ya algún tiempo todos descubrimos
qué es ser un metrosexual). Todos podemos ser muchas cosas a la vez: por la
mañana soy albañil y un currante, por la tarde duermo la fiesta y soy perezoso,
por la noche veo a Buenafuente y soy un teleadicto y los fines de semana voy al
cine a ver X-Men 3 y a jugar a Magic porque soy un friki; porque me gusta lo
que hago, pero por encima de todo soy yo mismo y no un calificativo de
actualidad."
La verdad es que hace gracia releer esto y darse cuenta de que más de seis años después casi todo sigue igual. Gracia por llamarlo de alguna manera, porque es un problema social pero no me parece de los prioritarios por resolver ahora mismo tal como están muchos otros colectivos. Claro que he publicado el artículo como una forma de quejarse, pero no era mi intención ir ahora de víctima sino sacar a la luz sensaciones que a veces vienen a cuento. Me gustaría además añadir algunas líneas (sí, va a ser algo más que eso xD) a la reflexión citada que espero os hagan pensar también en ello.
Desde dentro de un colectivo friki como el de los jugadores de Magic, creo que tengo suficiente información como para hacerme bastante idea de cómo es la gente del mundillo. Claro que he conocido a indeseables que, como no han tenido éxito en otro aspecto de la vida, se escudan en lo expertos que son en el tema para sentirse mejores que el resto de mortales, lo utilizan para abusar de los jugadores confiados y se han vuelto tan maleducados y chulos como los canis de los que tanto quieren diferenciarse. Eso pasa en todos lados, y quizás habría que pensar en ciertas situaciones por las que han pasado esas personas durante su infancia y adolescencia que podrían haber ejercido una mala influencia sobre su carácter virgen. Claro que no los justifico, cada uno normalmente es libre de tomar las elecciones que cree correctas o le hacen más feliz y el tema de qué fue primero siempre da lugar a un debate difícil de resolver. No obstante, gracias al juego también he conocido a algunas de las personas más amables, confiadas, graciosas y de fiar con las que me he encontrado nunca. Muchas veces son gente sin complejos, o con ellos pero aceptados con humor, a las que les da igual lo que salgas de casa o lo malo que eres jugando para prestarte una pieza vital que necesitas para el mazo en el último momento, bromear contigo como si te conocieran de toda la vida aunque hasta hacía una hora ni les sonaba tu cara o invitarte a unas cañas cuando se hace de noche y la tienda ha cerrado. A algunos se les nota lo buenas personas que son en cuanto te han dado la mano sonriendo, que es algo que puede suceder en cualquier área pero sin tanto componente de complicidad asociado a compartir una afición rara, probablemente.
Por esto último que he comentado querría recapacitar sobre algo relacionado y no tan obvio. En ocasiones somos tan buenas personas, nos da tan poca vergüenza hacer comentarios espontáneos o retorcidamente ingeniosos y tenemos tantas rarezas que nos convertimos en personajes entrañables a los que tratan casi como a una mascota. Y esa forma de comportarse es como un arma de doble filo, porque significa que te quieren pero que no te respetan tanto como desearías. Eres el graciosete, el peluche achuchable con el que todo el mundo empatiza por las cosas que le pasan como si hablasen con un niño que se ha dado un coscorrón contra una pared. Y nuestra buena fe nos dice que al menos nos aprecian más que la mayoría de la gente, que han sabido ver nuestras virtudes dentro de la coraza con la que intentamos protegernos. Pero suele suceder que, como eres tan extraño, creen que no tienes las capacidades sociales suficientes para darte cuenta de que no te tratan con dignidad. Porque, con mucha o poca autoestima, seguimos teniendo orgullo. A estas alturas no somos ya los marginados del recreo de cuando íbamos al colegio. Hemos tenido amigos cercanos que nos han defraudado, hemos sufrido desamores (y más de una vez porque ni se han planteado nada más que una amistad con nosotros) y hemos tenido fracasos como casi todo el mundo, lo cual nos ha hecho madurar. Pero también hemos conocido a gente excepcional que siempre permanece a nuestro lado aunque haya cientos de kilómetros de por medio, hemos disfrutado de algunas grandes alegrías que da la vida y lo hemos dado todo en lo que a nosotros nos merecía la pena. No somos víctimas de la sociedad, somos jugadores en ella como cualquier otro. Y no somos tan diferentes después de todo en nuestros propósitos e ilusiones.
Con esto no quiero expresar mi malestar personal actual. Simplemente quería compartir ciertos pensamientos que durante la vida pasan en ocasiones por la mente de personas "especiales" como yo y pueden desordenar la conciencia de algunos. Espero que no os ofenda y que le guste a alguien, sobre todo a quien prácticamente va dedicada la entrada. Un saludo y hasta otra.
A veces todos somos un poco sadomasoquitas. Sabemos las cosas que se nos dan bien, en las que creemos que estamos por encima de la media, pero nos dedicamos a intentar cultivar el resto de habilidades. No es tan paradójico, claro, porque es lógico pensar que si algo se nos da mal vamos a proponernos mejorarlo. Sin embargo, hay ocasiones en las que nos empecinamos en algo imposible. Los que me conocéis bien probablemente penséis que no soy precisamente conformista y que creo en el cambio continuo, en el poder que tienen sobre nosotros mismos las ganas de superarnos por sentir que estamos haciendo algo productivo con nuestra vida o al menos nuestra personalidad. Es cierto, soy lo más cabezón que os podáis echar a la cara a la hora de tratar de conseguir lo que quiero de verdad. No sé rendirme, ya lo he dicho en este mismo blog (siento repetirme tanto). Y es un problema.
Quizás sea entonces hoy el día en que haya tomado una decisión madura. Quizás sea simplemente una decisión cobarde, forzada por el cansancio. Posiblemente cambie de opinión en cierto tiempo, la puntualice o me escude en que no pasaba por mi mejor momento ni estaba en todos mis cabales. Pero en cierto modo hay parte de ella que seguirá conmigo. Hoy reconozco que a veces darse por vencido es la opción sensata, sana y sincera (toma ya, qué tres eses acabo de juntar) para con uno mismo. Nos empeñamos tanto en alcanzar ciertos propósitos que nos parecen ideales que no nos damos cuenta en el camino de que simplemente no van con nosotros. De hecho, diría que una parte de nosotros directamente no quiere conseguirlos porque implican demasiados cambios. Cambios que chocan tanto con un pedazo de nuestra esencia que no nos merece la pena llevarlos a cabo sin perder nuestra identidad en el intento. Y a estas alturas, un poco tarde para mí, tengo que aceptar que hay algo que siempre se me dará mal porque es inherente a mi forma de ser y de concebir el mundo.
Comparto esto, como siempre, simplemente porque necesitaba expresarme. Supongo, no obstante, que cada uno tiene sus puntos de inadaptabilidad y tiene que aprender a reconocerlos. Si lo he hecho yo os aseguro que cualquiera puede. Solo hay que aprender a convivir con nuestros defectos de fábrica o a sacarles el lado bueno sin más, a tratarlos con cariño y ver las pequeñas virtudes que esconden sobre nuestra manera tan especial de hacer las cosas. Porque al menos no podremos negar que gracias a ella somos únicos, vulnerables e imperfectos. Humanos, al fin y al cabo.